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jueves, 5 de marzo de 2015

¿Cómo cambiar nuestros patrones de conducta?

¿Cómo cambiar nuestros patrones de conducta negativos?

Una gran cantidad del comportamiento que presentamos los seres humanos es realizado repetidamente y de manera automática, sin plena conciencia de lo que estamos haciendo. Este tipo de comportamiento no premeditado resulta muy útil muchas veces ya que sería muy poco práctico tener que inventarnos cada mañana y tener que decidir si nos levantaremos o no, de qué lado de la cama lo haremos, si haremos ejercicio antes de bañarnos para empezar el día, si desayunaremos, etc. Generalmente, éstas y muchas otras cosas que hacemos cotidianamente, simplemente las hacemos. No nos detenemos a cuestionarnos nada más. Ya se han vuelto un hábito para nosotros. 
 Los seres humanos somos seres de hábitos. Muchos de ellos son positivos porque nos hacen llevar una vida más sana, como el hábito de comer cosas nutritivas, o más satisfactoria, como el hábito de mirar el lado positivo de las experiencias que tenemos cada día. Otros, en cambio, nos limitan y entorpecen nuestro bienestar y crecimiento. Sería entonces importante  poder distinguir unos de otros y quedarnos con aquellos que nos ayudan así como cambiar los que nos han perjudicado. Para esto puede ayudarnos el entender cómo formamos y cómo podemos romper nuestros patrones de conducta negativos, los hábitos que nos hacen daño.
Nuestros hábitos los construimos cuando en algún momento somos expuestos ante ciertas situaciones en la vida: enfrentar figuras de autoridad, acercarnos y conocer personas del otro sexo, resolver circunstancias que representan un reto, consumir sustancias toxicas que alteran nuestra  conciencia, etc., entonces respondemos de alguna forma cuyo resultado nos hace sentir bien por lo menos momentáneamente, así que tendemos a repetirla. Entonces, de hacer esto muchas veces, se establece un patrón de comportamiento ante estas situaciones, se construye un hábito que puede llegar a realizarse  automáticamente.
 A la larga algunos de estos patrones de comportamiento pueden llegar a ser muy destructivos e imponer graves limitaciones en la vida de las personas. Tal es el caso de la reacción de evitación que suele darse ante las situaciones que nos provocan miedo. Evitarlo, nos alivia en el momento; pero a la vez, nos hace más difícil vencerlo la próxima vez que tengamos que enfrentarlo. Esta pauta, aunque destructiva,  nos llena alguna necesidad importante en nuestra vida, (en este caso de sentirnos bien, seguros, a salvo) y entonces seguimos repitiendo esa conducta cada vez que somos expuestos a circunstancias que interpretamos como similares a aquellas con las que hemos aprendido a responder de una determinada manera. 
Un hábito es un patrón de conducta que tendemos a repetir una y otra vez en ciertas circunstancias porque su consecuencia inmediata suele ser agradable. Sea porque así  conseguimos evitar sentir ciertas emociones desagradables, reducir nuestros temores y volver a sentirnos seguros. Sea porque  así conseguimos sentir emociones agradables, recibir la atención de otras personas y eso nos hace sentir importantes. Sea porque de este modo recibimos manifestaciones de cariño y nos conectamos con otras personas ya que en la adversidad se suele despertar la simpatía de la gente alrededor. Sea porque al pasar por una crisis, cambiamos nuestros estilos habituales de reaccionar e introducimos variedad a nuestra vida que de otro modo hubiera seguido en la misma rutina. Cuando una manera de reaccionar llena alguna o varias necesidades importantes de una persona, se vuelve muy fácilmente un patrón de conducta repetitivo. 
Un hábito entonces, se mantiene por la consecuencia inmediata que tiene de llenar una o varias necesidades importantes para la persona. Mientras más rápidamente consiga satisfacer la necesidad, más fuerte se volverá. Mientras más importantes sean las necesidades que satisface más resistente al cambio. Mientras más se repita, mas se fortalece.
Entonces, ¿Cómo cambiar un hábito cuando se ha vuelto negativo, cuando está bloqueando el crecimiento y desarrollo de la persona?  Dado que el patrón repetitivo de comportamiento negativo es algo “que se hace”, un primer paso es identificar qué es lo que se ha estado haciendo. Primero, ¿Podemos anticipar cuando va a empezar? ¿Cómo suele comenzar?
Segundo, ¿Qué suele ocurrir después? ¿Cuál es la reacción siguiente?¿Quién la da?¿Es la misma persona o alguien más?
Tercero, ¿Qué pasa después? ¿Cuál es el resultado de la reacción anterior?
Cuarto, ¿Qué “beneficio” suele obtener la persona a partir de esta secuencia interaccional? ¿Cuál es la consecuencia? ¿Qué necesidad está satisfaciendo la persona al seguir este patrón de comportamiento?
Quinto, ¿Cómo podría cambiar el patrón del hábito negativo? ¿Qué podría hacerse distinto?  
  El cambio puede lograrse introduciendo alguna variación  en cualquier parte de la pauta de comportamiento con la que suele realizarse. Analizando ésta podemos ir metiendo cambios que, entre otros, pueden ser: 
a) cambios en el momento de realizarla,
b) cambios en el lugar donde se realiza, 
c) cambios en la forma o con la persona con la que se realiza,
d) cambios en la consecuencia o beneficio que su realización suele tener para la persona,
e) cambios en la manera como suele reaccionar algún participante en la pauta repetitiva, generalmente la persona más interesada en lograr un cambio. De preferencia empezar a hacer algo no solo distinto, sino  diametralmente opuesto a lo que había estado haciendo hasta ahora.
Ahora, tomando en cuenta la información previa sobre los hábitos y la manera de cambiarlos, piense en un patrón de conducta negativo que se ha estado dando hasta ahora en alguna de sus relaciones importantes. Analice: ¿Qué es lo que ha estado pasando? Describa como si fuera una película la secuencia de eventos que van ocurriendo en ese patrón problemático. ¿Qué  hace quien con quien? ¿Cómo se hace el problema? Si pudiéramos describirlo en términos de secuencias de conducta ¿Cómo se daría? Podemos empezar a puntear las secuencias desde cualquier lugar o punto de vista. No hay uno que resulte “verdadero”, solo hay algunos que son más útiles para empezar a introducir un cambio en la interacción. Suele ser mejor empezar a describir la secuencia de interacciones desde un punto de vista que incluya a la persona que desea el cambio. De este modo, se facilita identificar y modificar aquello que hay que cambiar. Por ejemplo: “Sirvo los platones de comida a la hora del almuerzo (Yo), nos sentamos a la mesa a comer,  mi hija más pequeña se sirve varias veces y mi esposo (a) la regaña porque está comiendo en exceso. La niña empieza a llorar. Yo le reclamo a mi pareja que regañe y le grite a la niña. Mi esposo se enoja conmigo, acabamos peleados y la niña sigue comiendo de más. Esto suele pasar una y otra vez a la hora del almuerzo.” ¿Qué podría hacer diferente la persona interesada en interrumpir este patrón negativo?¿Qué sería algo diametralmente opuesto a lo que ha estado haciendo?  A lo mejor podría empezar con cambiar la manera de servir la comida. Sacar a cada quien su plato servido en vez de sacar platones de comida. Esta es una posibilidad. Otra podría ser, sentarse en lugares diferentes y observar qué pasa. Otra más podría ser, que sea yo la que regañe cuando se sirve varias veces o en lugar de reñirle a mi esposo cuando la regaña por volver a servirse, unirme yo también al regaño y ver qué pasa, etc. Como éstos, podrían irse metiendo otros cambios en las pautas de interacción problemáticas e ir observando los resultados hasta obtener el que buscamos.  
Finalmente, tener pendiente que si queremos algo distinto en nuestras vidas, tenemos que empezar a hacer cosas diferentes. Locura es pensar que uno puede seguir haciendo lo mismo y obtener resultados diferentes.

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