Me cansé de que sean las 5 de la mañana y encontrarme con los ojos hinchados, sobre la almohada empapada con el agua que llovió de mi ser y sentir que quizá mis párpados, una vez cerrados, no se volverán a abrir.
Me cansé de pedir, rogar y suplicar, de clamar al cielo que si existe Dios en algún lado, por favor, por piedad, aliviara el dolor que ardía y quemaba mi cuerpo, que quitara esa sensación de que lava volcánica corría por mis venas.
Me cansé de ir a infinitos médicos sin encontrar solución, y sentirme poco más que un número.
Me cansé de escuchar sonar el teléfono y temblar, porque ya no tengo excusas, las agoté, ya no puedo, ni quiero, ocultar este monstruo negro que vive en mí y no quiero escuchar invitaciones que deberé rechazar, a la vez que mato ese anhelo breve, que como un destello traspasa mi cuerpo en forma de deseo, porque no poder ir nunca significó no querer ir, y salir a veces ha sido bueno, pero lucho a cada momento con la idea de que lo mejor es quedarse en casa, tal como un preso, con cadenas imaginarias, pero efectivas.
Me cansé de que cada día un síntoma nuevo se apodere primero de mi cabeza y luego sentirlo corriendo por mi cuerpo, comiéndome hasta el alma y el espíritu.
Me cansé de estar atenta a cada latido de mi corazón que percibo diferente, lo escucho, lo investigo y no importa cuánto me repita para adentro "solo es ansiedad, solo es ansiedad, solo es ansiedad", una seguidilla de taquicardias me deja postrada a la cama, como si no moverme fuera a producir alguna especie de milagro y en ese lugar casi seguro, donde no me abandona el miedo ni el dolor, pero me abrazan mis sábanas y mantas en un extraño confort, ahí quiero estar.
Me cansé de los fármacos que no quiero para nada y necesito para todo, de tomar mil pastillas con diferentes funciones, en busca de no sentir doler el espíritu ni la carne, en busca de dominar la cabeza y aquietar la mente, en busca de tener una ¿vida normal?, pero solo soy esclava, no me pueden sanar.
Me cansé del dolor que causo en mi familia, y eso, en un mundo que todo duele, es lo que más duele.
Me cansé de sonreír cuando me siento pésimo y esforzarme siempre por ser “el alma de la fiesta”, para tapar mis vergüenzas, para que no se note mi pena. Me cansé de eso, ahora quiero sonreír con ganas.
Me cansé de anhelar la libertad que no sé cómo tener, de no entenderme, de casi vivir, de arder en miedo, de repetir rituales para evitar algo malo, de las preguntas sin respuesta, de no reconocer la figura que veo en el espejo, de sentir que nada me pertenece, que todo me es ajeno, hasta mi propio cuerpo, de pensar tanto, de planes infructuosos, de tratamientos que fracasan, de que la voluntad no alcance, de que las ganas falten, de no encontrar puertas de salida, de creer que mañana será mejor, para darme cuenta que, día tras día, solo me convenzo de mentiras, de vestirme entre lágrimas, de esperar un ataque, del miedo al miedo, de estar mutilada por dentro, donde no se ve pero se siente, de creer estar enferma de gravedad, de correr a poner una pastilla bajo la lengua, de que todo lo fácil sea un reto difícil, de las náuseas, del mareo, de sentirme morir, de querer salir corriendo sin saber a dónde, de escucharme quejar sin hacer nada, de verme maniatada, de depender, de sentir que no merezco ni el aire que llena mis pulmones, de llorar a escondidas, de gritar en silencio, de estar desbordada, de mis enojos, de que me afecte la mirada del otro, me cansé, y mucho, de no ser yo y de no vivir.
No abandono, solo expreso que estoy muy cansada y espero que esta furia me dé fuerzas para seguir.
Gracias infinitas: Gabriela Griotti
Me cansé de pedir, rogar y suplicar, de clamar al cielo que si existe Dios en algún lado, por favor, por piedad, aliviara el dolor que ardía y quemaba mi cuerpo, que quitara esa sensación de que lava volcánica corría por mis venas.
Me cansé de ir a infinitos médicos sin encontrar solución, y sentirme poco más que un número.
Me cansé de escuchar sonar el teléfono y temblar, porque ya no tengo excusas, las agoté, ya no puedo, ni quiero, ocultar este monstruo negro que vive en mí y no quiero escuchar invitaciones que deberé rechazar, a la vez que mato ese anhelo breve, que como un destello traspasa mi cuerpo en forma de deseo, porque no poder ir nunca significó no querer ir, y salir a veces ha sido bueno, pero lucho a cada momento con la idea de que lo mejor es quedarse en casa, tal como un preso, con cadenas imaginarias, pero efectivas.
Me cansé de que cada día un síntoma nuevo se apodere primero de mi cabeza y luego sentirlo corriendo por mi cuerpo, comiéndome hasta el alma y el espíritu.
Me cansé de estar atenta a cada latido de mi corazón que percibo diferente, lo escucho, lo investigo y no importa cuánto me repita para adentro "solo es ansiedad, solo es ansiedad, solo es ansiedad", una seguidilla de taquicardias me deja postrada a la cama, como si no moverme fuera a producir alguna especie de milagro y en ese lugar casi seguro, donde no me abandona el miedo ni el dolor, pero me abrazan mis sábanas y mantas en un extraño confort, ahí quiero estar.
Me cansé de los fármacos que no quiero para nada y necesito para todo, de tomar mil pastillas con diferentes funciones, en busca de no sentir doler el espíritu ni la carne, en busca de dominar la cabeza y aquietar la mente, en busca de tener una ¿vida normal?, pero solo soy esclava, no me pueden sanar.
Me cansé del dolor que causo en mi familia, y eso, en un mundo que todo duele, es lo que más duele.
Me cansé de sonreír cuando me siento pésimo y esforzarme siempre por ser “el alma de la fiesta”, para tapar mis vergüenzas, para que no se note mi pena. Me cansé de eso, ahora quiero sonreír con ganas.
Me cansé de anhelar la libertad que no sé cómo tener, de no entenderme, de casi vivir, de arder en miedo, de repetir rituales para evitar algo malo, de las preguntas sin respuesta, de no reconocer la figura que veo en el espejo, de sentir que nada me pertenece, que todo me es ajeno, hasta mi propio cuerpo, de pensar tanto, de planes infructuosos, de tratamientos que fracasan, de que la voluntad no alcance, de que las ganas falten, de no encontrar puertas de salida, de creer que mañana será mejor, para darme cuenta que, día tras día, solo me convenzo de mentiras, de vestirme entre lágrimas, de esperar un ataque, del miedo al miedo, de estar mutilada por dentro, donde no se ve pero se siente, de creer estar enferma de gravedad, de correr a poner una pastilla bajo la lengua, de que todo lo fácil sea un reto difícil, de las náuseas, del mareo, de sentirme morir, de querer salir corriendo sin saber a dónde, de escucharme quejar sin hacer nada, de verme maniatada, de depender, de sentir que no merezco ni el aire que llena mis pulmones, de llorar a escondidas, de gritar en silencio, de estar desbordada, de mis enojos, de que me afecte la mirada del otro, me cansé, y mucho, de no ser yo y de no vivir.
No abandono, solo expreso que estoy muy cansada y espero que esta furia me dé fuerzas para seguir.
Gracias infinitas: Gabriela Griotti
Todos los que hacemos el grupo G.a.f.s.c.a estamos inmensamente agradecidos que personas como Gabriela estén en el grupo y nos compartan sus sentimientos y escritos .Destacamos también el maravillosos don que tiene para escribir y que la queremos muchísimo !!!