En una pequeña ciudad del norte de Argentina cuentan la
historia de Mohini, un tigre que pasó gran parte de su vida en una jaula de
cuatro metros de lado. Estaba el día entero andando sin parar en círculo.
Un
día, unas personas bienintencionadas decidieron darle un hábitat más parecido a
su lugar de origen. Encontraron un lugar muy amplio que estaba sin usar en el
zoo, lo adecuaron muy bien para que se pareciera lo más posible a la selva de
donde venía Mohini y lo trasladaron allí.
El tigre se pasó el resto de sus días
cerca de las rejas caminando sin cesar en un circuito de 4 metros de diámetro.
Reflexión
Cuando nos atrapan nuestras emociones, aunque nos cambien el
ambiente en el que nos podemos mover, vamos a seguir atrapados en las jaulas
que nos construyen. Mohini tenía que salir de la jaula que le aprisionaba, pero
también tenía que derribar las barreras emocionales y superar los hábitos que
le habían creado.
Anónimo
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