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domingo, 15 de marzo de 2015

Principales creencias erróneas de la ansiedad


Entender qué es la ansiedad ya es dar el primer paso para librarnos de ella. Dada su alta incidencia y la influencia que tiene en la vida personal y laboral de las personas. Junto a las indudables ventajas que el estudio de la ansiedad ha traído, también se han popularizado grandes errores en la opinión pública que impiden el abordaje correcto del problema. Desmontar estas mentiras y explicar en qué consiste su problema es la primera tarea que todo psicólogo tiene que tratar en consulta si quiere tener éxito en la intervención.

Estas son las cuatro principales creencias erróneas de la ansiedad.
1. La ansiedad es una enfermedad que al contraerla provoca síntomas disruptivos en nuestro organismo

La ansiedad no es una enfermedad que se contagia como una gripe. De hecho, no puede definirse siquiera como enfermedad. Es una respuesta que todos los seres humanos (y el resto de animales) tenemos y que cumple con una función biológica extremadamente útil: la ansiedad nos prepara para afrontar amenazas. Es una especie de protocolo de emergencia que de manera coordinada y súbita produce cambios fisiológicos para hacer frente a los peligros de las dos maneras habituales en el mundo animal: preparándonos para la lucha o para la huída. Si analizamos las respuestas de ansiedad más frecuentes lo vemos claro: las taquicardias aumentan la frecuencia cardíaca para bombear más sangre y permitirnos mayor esfuerzo físico, la hiperventilación o ventilación de carrera, como su nombre indica, es la adecuada si queremos emprender la escapada, las tensiones musculares contraen nuestros músculos, los cambios en todo el sistema digestivo y excretor… Incluso las sensaciones extrañas que tanto alarman a las personas son el reflejo de una menor dedicación cognitiva para priorizar la actividad física.

No llegar a fin de mes o que alguien de nuestra familia lo esté pasando mal, son peligros ante los cuales no se puede huir.

Sin esa activación el ser humano no sería capaz de reaccionar ante ciertos peligros. El problema es que para el hombre del siglo veintiuno las amenazas físicas son las menos frecuentes: no llegar a fin de mes, que alguien de nuestra familia lo esté pasando mal o tener una carga de trabajo desmedida son peligros ante los cuales no se puede huir o pelear. Es entonces cuando esos cambios físicos, lejos de ser adaptativos, empiezan a ser disfuncionales y al aparecer reacciones físicas nuevas y descontextualizadas, se convierten en un trastorno para nuestras vidas.

2. La ansiedad son sólo nervios y tonterías mentales

Etiquetar la ansiedad como una enfermedad es un error tan grande como minimizar su importancia y no atender adecuadamente a quien la padece. Aunque, como hemos dicho, es una reacción natural del organismo, las respuestas fisiológicas pueden ser sumamente desagradables e incapacitantes. La persona con ansiedad experimenta cambios reales en su organismo que no logra comprender, aumentando aún más su respuesta de ansiedad, ya que reacciona ante esos síntomas como si fueran una nueva amenaza, volviendo a generar una respuesta de activación y entrando así en un ciclo perverso. Precisamente el que alguien que nunca ha sufrido ansiedad no empatice con la persona que la padece, no hace sino aumentar su ansiedad ya que al tener que lidiar a solas con unas sensaciones muy disruptivas, aumenta aún más su preocupación acerca de qué le está pasando.

3. La ansiedad en un grado elevado puede matar a la persona

Este es tal vez el error más grave y difundido, y que es más importante explicar con evidencia empírica. Una persona “no puede morir” por tener un ataque de pánico. Si bien estas reacciones fisiológicas son extrañas, intensas y duraderas, precisamente por ser un mecanismo natural del organismo tiene su propio sistema de seguridad que impide que sean letales. Es cierto que, en un primer momento, ante un síntoma extraño que no conocemos, hay que acudir al médico. Si tras hacernos todo tipo de pruebas, se ha descartado que tenemos algo distinto a la ansiedad, es importante que aprendamos nosotros mismos a discriminar y a entender estos síntomas, ya que, de creer que nos está pasando algo grave, no hacemos sino aumentar aún más la reacción.

4. La ansiedad, al tener efectos en nuestro cuerpo sólo puede tratarse con sicoterapia y tomando medicación

El gran avance de la industria farmacéutica ha permitido que hoy en día existan ansiolíticos eficaces y con efectos secundarios controlados que pueden ayudar a disminuir los síntomas de la ansiedad de manera notable. No obstante, desde la psicología vemos los fármacos como un medio y nunca como un fin, recomendados a aquellas personas cuyos niveles de ansiedad son tan elevados que no pueden poner en práctica estrategias conductuales para reducir su activación. Los estudios avalan que las personas son capaces de superar sus problemas de ansiedad sin necesidad de tomar una medicación de por vida. De hecho, también han demostrado que si no existe una intervención psicológica, tomar únicamente ansiolíticos puede ser un abordaje del problema contraproducente, equiparando síntomas causados por un agente patógeno a los de una reacción natural y necesaria para el hombre y volviendo a la persona demasiado sensible ante cualquier signo de activación. El enfoque adecuado tampoco puede ser el huir de aquello que nos provoca ansiedad. No siempre es posible ni tampoco oportuno.

La ansiedad nos está dando información sobre qué cosas en nuestra vida están siendo causantes de problemas

En las terapias se entrena a las personas a identificar sus síntomas y cómo combatirlos con técnicas aprendidas, controlando la activación y reduciéndola cuando sea necesaria. Los efectos son duraderos y la persona de manera autónoma sabrá gestionar la ansiedad sin necesidad de estar acudiendo a los clínicos cuando se encuentre mal.

Por último cabe reseñar que si la ansiedad es una respuesta a una amenaza, real o percibida, también nos está dando información sobre qué cosas en nuestra vida ahora mismo están siendo causantes de problemas. Entender qué es la ansiedad no sólo nos librará del tremendo malestar que genera sino que puede guiarnos a hacer cambios en aquello que tal vez no esté funcionando como debiera en nuestro día a día.

Ni una enfermedad, ni una tontería, ni mortal, ni imposible de controlar. La ansiedad puede seguir siendo una aliada en la identificación de las amenazas a nuestra felicidad.
Ahora que sabes sobre estas grandes creencias erróneas ¿puedes decirme que aprendiste y que piensas?

Puedes identificar cuáles son tus síntomas físicos ? ¿Puedes enumerarlos? Quizás muchos de nosotros hemos aprendido conductas adquiridas o bien venimos predispuestos a la ansiedad , pero aun sabiendo esto ¿te comprometes a cambiar y asumir el control de tu vida?
Bien aquí les dejo una serie de técnicas que pueden colocar en practica



Técnicas para bajar el nivel general de ansiedad

1.- el ejercicio físico

2.- Hábitos de sueño y alimentación

3.-Desaceleración ante una situación de estrés se impone una cierta rebaja de nuestras aspiraciones..
. Desacelerar significa lentificar

4.-Planificación de actividades

5.-Ayuda farmacológica

en caso que Ud sea prescrita

6.-Técnicas de relajación
.
7.-Actividades manuales

8.-Actividad social

9.-Autoafirmaciones para salir adelante

"Esto es terrible."
"No puedo respirar."
"Me estoy muriendo."
"No puedo manejar esto."
"¿Por qué me sucede esto?"
"No puedo soportar esto."
"Nunca voy a mejorar."
"No puedo hacerlo"

"LA ANSIEDAD NO ES PELIGROSA, SOLO ES INCOMODO. HE SOBREVIDO A SENSACIONES COMO ESTA Y PEORES ANTES".

"PUEDO ESTAR ANSIOSO Y SEGUIR FUNCIONANDO EFECTIVAMENTE; PERMANEZCO CENTRADO EN LA TAREA INMEDIATA."

"NO ES NECESARIO COMBATIR LO QUE ESTOY SINTIENDO. AUN CUANDO RESULTE MOLESTO, NO ES MAS QUE ADRENALINA Y SE PASARA".

"NADA DE AUTODISCURSO NEGATIVOS. TENGO QUE PERMANECER CENTRADO EN PENSAMIENTOS POSITIVOS, RACIONALES Y REALISTAS.

AHORA HARE UNAS POCAS RESPIRACIONES DIAFRAGMATICAS ERLAJADAS, Y CONTINUARE".

10.-Distracción (reconducción)

11.-EXTERNALIZACIÓN SIMPLE

La externalización simple es el empleo de uno o más sentidos para centrarse en alguna sensación externa.

• Observar minuciosamente: Lea signos; examine el dibujo de una pared, tela o alfombra cercanas; observe las actividades intrincadas de la gente a su alrededor o el ambiente que le rodea.
• Escuchar atentamente: Escuche conversaciones fortuitas o ruidos de fondo, tales como el tic-tac de un reloj.

• Sentir las texturas: Sienta la textura de la tela, papel, de la envoltura de un chicle o del volante del coche que está conduciendo.

• Saborear u oler: Saboree y huela el chicle o el caramelo que tiene en la boca, preste atención a los diversos olores que le rodean.

• Realizar actividades repetitivas: Contar las baldosas, tambolirear con un dedo de manera rítmica, enrollar un trozo de papel de modo sistemático.

Tareas simples que requieren concentración:
Conversación
Trabajo
El trabajo mental o físico, es un buen distractor, es mejor cuando es interesante, placentero o implica competencia.
Juego

El juego incluye todo lo que sea a la vez interesante y placentero. Resolver crucigramas, entretenerse con videojuegos, bailar y ocuparse de hobbys son ejemplos de juego que pueden utilizarse para distraerse. Las actividades que requieren actividad física habitualmente distraen más que los juegos en que se permanece pasivo. El elemento clave es que la actividad atraiga su interés.

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